[Título: Eligieron ser libres]
Autora: Chus Sánchez
Ilustraciones: Julia Soler Fernández
Género: biografías noveladas
Fecha: septiembre de 2019
Editorial: Aloha! Editorial
Páginas: 80
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[Valoración: Bien, bien]
Las mujeres olvidadas también cuentan
Hace un tiempo cayó en mis manos la tercera edición de un libro extraño y valiente que se atrevía a apostar por el relato pulp, fantástico, gore, sexual y el relativo a las mujeres marginadas, She was so bad. La lista de autoras, su contenido y la propia edición llamaron tanto mi atención que apenas caí en identificar la editorial que se encontraba tras este libro: Aloha! Editorial. Dos años más tarde llega a la mesa de las novedades de las librerías Eligieron ser libres (Aloha! Editorial, 2019), de Chus Sánchez y con ilustraciones de Julia Soler Fernández, e interiormente grito: “¡Por fin!”. En este momento de explosión en el que el feminismo vende (qué miedo da esta expresión, ¿eh?), ya era hora de que aflorara nuestra intrahistoria y de que vieran la luz todas esas historias de mujeres extraordinarias y anónimas.
Títulos como Valerosas 1 y 2 (Dibukks, 2017-2018), Vidas extraordinarias (Lunwerg Editores, 2018), por ejemplo, son geniales, tanto en contenido, como en forma y edición, pero necesitamos dar un paso más allá de Frida Kalho y Virginia Woolf, entre otras. Ellas ya se han ganado su sitio, aunque sea tarde y no todo lo justamente que debiera, pero ya están ahí, ya sabemos que existe y conocemos sus historias. Pero, ¿qué ocurre con todas esas mujeres singulares, anónimas, que apoyaron la lucha feminista desde su ámbito de actuación y consiguieron mejorar las vidas de las que estaban a su alrededor? Eligieron ser libres llega para aportar su pequeño granito de arena y hacer justicia para algunas de las que quedaron sepultadas en el anonimato del pueblo.
En sus páginas, salpicadas por las preciosas ilustraciones de Julia Soler, reúne cinco biografías que no han sido incluidas en los libros de texto ni forman parte de la historia, pero que marcaron el contexto de entonces. Como punto común de todas ellas, la rebeldía y la lucha contra la injusticia. Así, Sánchez y Soler nos presentan a través de palabras e ilustraciones a la maestra del siglo XVI Catalina Bustamante, a la Sargento Soto (s. XVIII), a la bandolera Pepa La Loba (s. XIX), a la espía Marina Vega (s. XX) y a las maestras Elisa Sánchez Loriga y Marcela Gracia Ibeas. La historia de estas dos últimas es la única que ha trascendido y ha alcanzado cierta popularidad tras el estreno de la película Elisa y Marcela (2019), de Isabel Coixet (disponible en Netflix).
Doña Catalina y yo no volvimos a vernos. Unas pocas calles de distancia entre la una y la otra, prohibidas para mí, me alejaron de la persona con la que aprendí a sublevarme contra la resignación. Sin ella, mi vida se convirtió en una larga noche, aunque siempre he pedido a mis fieles sirvientas que me trajeran noticias suyas, La última ha sido la más triste. He sabido que no ha sobrevivido a la epidemia de peste que nos ha azotado este invierno de 1545. Su muerte no cambiará que siga presente en las oraciones que me enseñó.
Suspiro cuando lo pienso y siento que me falta el aire, porque mi secreto es, precisamente, que yo no soy Antonio de Soto. Al mismo tiempo me maldigo en silencio: él es, ni más ni menos, el hombre que me gustaría ser.
A pesar de que ya habían transcurrido muchos años, a mi madre le temblaban los labios de emoción mientras me confesaba la única historia de amor que hubo en su vida. Su gran secreto se llamaba Elisa. Solo encontró el valor para revelármelo cuando a ella le había alcanzado la vejez, y yo ya me había convertido en una mujer adulta.
Dado lo dificultoso que debió de ser el proceso de documentación para la elaboración de este libro y más aún dar con los nombres e historias de estas mujeres, no hemos podido evitar ponernos en contacto con Sánchez y Soler Fernández para conocer más todas las horas de trabajo que hay tras Eligieron ser libres.
¿Cómo supisteis de estas mujeres en concreto, que forman parte de la intrahistoria pero cuyo testimonio no había sido recogido hasta ahora? ¿Guardáis relación familiar con alguna de ellas?
Sánchez: Conocer a estas mujeres fue la parte más complicada. Las primeras búsquedas me condujeron hasta varios libros de ensayo sobre el papel que la mujer había realizado en el Nuevo Mundo. A partir de esa época resulta un poco más fácil, hay algunos estudios porque en los registros de la Corona se conserva mucha documentación, correspondencia y demás que permiten reconstruir vidas y hechos de ese periodo. Es en ese momento cuando aparece Catalina Bustamante, mi primer personaje.
A Ana María de Soto la hallé en una revista del Ministerio de Defensa. Sucede un poco lo mismo: son los documentos oficiales en los que ya han buceado historiadores los que nos llevan hasta una escena decisiva en la vida de esta mujer, pero se conoce muy poco de lo que le sucedió después y nada de lo que le pasó con anterioridad, como, por ejemplo, qué hechos provocaron que ella ingresara en el ejército haciéndose pasar por hombre en el siglo XVII.
A Pepa la Loba iba a descartarla, todo apuntaba a que se trataba de una leyenda, hasta que encontré un artículo en el que se aseguraba que Concepción Arenal, que fue directora general de Prisiones, la conoció cuando estaba encarcelada.
Marcela y Elisa aparecen mientras rastreo prensa del siglo XIX. Gracias a las hemerotecas pude llegar un poco más lejos, conocer detalles como que habían tenido una hija. Algunas de las noticias que se escribieron sobre ellas resultarían hoy intolerables desde el punto de vista ético y moral. Bueno, desde cualquier punto de vista.
Y, por último, está Marina Vega. Es la única que tuvo voz propia ya que me inspiré en entrevistas que ella concedió.
¿Cómo ha sido el proceso de documentación para la escritura del libro?
Sánchez: El proceso de documentación me llevó varios meses. Al principio, pensaba en escribir una novela sobre una de estas mujeres. Sin embargo, me decidí por un libro ilustrado porque la información con la que contaba era tan escasa que me obligaba a inventar demasiado y eso me parecía una lástima. Creí que sería más acertado recrear los momentos por los que sus nombres, aunque con mucha dificultad, aún no se habían borrado de la historia.
¿Hay material gráfico de estas mujeres en el que se haya basado Julia para sus ilustraciones o cuál ha sido su inspiración?
Soler Fernández: En cuanto a las ilustraciones, fue complicado porque no hay mucho registro gráfico de ellas. Con Ana María busqué sobretodo indumentaria de la época. Con Marcela y Elisa me basé en dos imágenes, las únicas que encontré: la de la boda y otra que reproduje en la portada. Pepa y Catalina también me dieron quebraderos. Para Pepa me basé en la indumentaria y un poco en cómo se la representa. Para Catalina usé una escultura que hay de ella en Texcoco, México. Y, por último, de Marina solo encontré una imagen de ella cuando era joven. Me ajusté a lo poco que tenía.
¿Por cuál de estas mujeres sentís especial cariño?
Sánchez: Es muy difícil para mí elegir un nombre de este grupo. Me resulta muy fácil decantarme por Pepa la Loba, que acabó convertida en un mito femenino de Galicia tras una sucesión de injusticias. Pero también me fascina la valentía de Ana María de Soto por sumergirse en un mundo apropiado por los hombres o el coraje de Marina para enfrentarse a los nazis.
Soler Fernández: Me cuesta decidirme. La historia de Marcela y Elisa me conmueve. Creo que todas tuvieron muchas agallas y un papel, intencionadamente, silencioso en la historia. Ana María demostró que el género no es limitación para dedicarse a lo que uno desea. Catalina fue una heroína para las niñas indígenas. Pepa demostró ser muy fuerte. Y Marina tuvo agallas en tiempos que a mí me dan pavor.