Febrero es, desde hace unos años, el mes de las mujeres en el terror. En inglés conocemos la iniciativa por el nombre de Women in Horror Month. Este año es su décimo aniversario y desde A Librería queremos celebrar esta gran iniciativa que se ha extendido más allá del cine (que es donde se originó). Podéis informaros sobre ella a través del hashtag #WiHM.

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El logo de WiHM lo mola todo. Y cada año lo actualizan.

El WiHM se ha convertido en una iniciativa de carácter internacional que incita a sus participantes a dar a conocer su trabajo o a divulgar el trabajo de otras artistas del terror. El mensaje está claro, incluso puede parecer algo obvio: las mujeres aman, aprecian y contribuyen con sus creaciones artísticas al género de terror en cualquiera de sus formatos. Podéis obtener más información sobre el WiHM en su página web oficial.

Desde aquí, y antes de entrar en materia, quiero agradecer a Miriam Beizana, Carla Plumed y Bea Aguilar su participación en el último capítulo del podcast Café Librería y, más concretamente a Carla y a Miriam por su labor como reseñadoras (sí, me he tomado la licencia de enlazar algunas de sus reseñas, también una de Café de tinta). Ellas hacen de la literatura algo muy grande.

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Escuchadnos y descubrid vuestros miedos… Y los nuestros.

Así, con esta entrada y el último capítulo de nuestro podcast, llamado Mujeres terroríficas, rendimos homenaje a grandes escritoras de terror como Shirley Jackson (Siempre hemos vivido en el castillo, 2012) o Daphne du Maurier (No mires ahora y otros relatos, 2018) y a figuras emergentes como Enerio Dima (Micosis, 2018), Yolanda Camacho (Agramonte, 2017), Marina Tena Tena (Legado de plumas, 2018) o Nahikari Diosdado (Desollada, 2019). Tampoco nos olvidamos de Alicia Pérez Gil, autora del libro de relatos Inquilinos (2012) y de la novela breve de terror religioso Sombra (2018).

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La Biblioteca de Carfax celebraba el año pasado el WiHM rescatando a du Maurier.

Como puedes observar, en un momento he sido capaz de citar a siete escritoras de terror, la mayoría de ellas muy actuales. Pero también a escritoras de terror como Jackson o du Maurier, cuya obra ha sido publicada o traducida en los últimos años. Salvo excepciones, esto ha sido una tónica general porque el horror es, como bien mencionamos en el podcast, el género dentro del género (discúlpenme, bizarros), la última pieza del rompecabezas que compone la literatura fantástica. Por algún motivo, muchas autoras, cuando se las convoca a escribir género, si pueden elegir entre ciencia ficción, fantasía o terror, escogen alguno de los dos primeros. También observamos con tristeza otra tónica general: la mayoría de editoriales publican más obras escritas por hombres que por mujeres, y esto sucede en casi cualquier género y en casi cualquier tipo de editorial (pequeñas, medianas y grandes). No hablemos ya de las antologías de relatos que seleccionan ocho relatos escritos por hombres y dos escritos por mujeres o, peor, solo uno escrito por una autora. En protesta de esta extraña costumbre podemos encontrar, por ejemplo, la antología Empotradoras (2019) de erótica fantástica, que seleccionó a nueve autoras y a un autor. Otro ejemplo son las convocatorias de relatos solo para autoras que, por desgracia, todavía hoy son necesarias (el Premio Ripley, Terroríficas, Alucinadas…).

¿Cómo luchar contra esto, entonces? Concienciando con iniciativas como el #WiHM, el #LeoAutorasOct o #UnAñoDeAutoras, todas ellas iniciativas que apoyamos y seguimos en esta página. Y haciendo de las convocatorias de relatos (y de la tónica de publicación de las editoriales en general) algo claramente inclusivo e, incluso, enfocado a la compensación de todos los años en los que las escritoras han sido relegadas a un segundo plano. Sin ir más lejos, se me ocurre un ejemplo reciente. La convocatoria de relatos de cachava y boina de Editorial Cerbero (que acabó formando el libro de relatos No son molinos) recibió más participación femenina que masculina. Y eso nos lleva a reflexionar.

De nuevo, en A Librería juntaremos este mes de febrero esta iniciativa con #UnAñoDeAutoras y publicaremos durante las próximas semanas una reseña de Aracnefobia (2019), la última novela de Celia Añó, y una entrevista a la escritora e ilustradora.

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La ilustración de portada de Aracnefobia es obra de Libertad Delgado, AKA Liber Libélula.

¿Y vosotras, cómo vais a contribuir al WiHM? ¡Feliz mes de la mujer en el horror!


Fotografía de portada: BESCHTE Photography

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