·Título: Celia en la revolución
·Autora: Elena Fortún
·Género: novela histórica / Guerra Civil Española
·Fecha de publicación: esta edición, 2016. Escrita en 1943.
·Editorial: Renacimiento
·Número de páginas: 352
Hacía dos días que oigo tiros y estallidos terribles que hacen temblar los vidrios del balcón.
Hace ya un tiempo que creí conveniente acercaros la figura de Elena Fortún a los que, fielmente, seguís este espacio (y a los nuevos que llegáis día a día).
Para refrescar la memoria, Encarnación Aragoneses de Urquijo y nació en Madrid en 1886. Hija de una noble vasca y de un alabardero de la Guardia Real, pasaba los veranos en la villa familiar de Segovia. Estudió Filosofía y Letras. En 1908 se casó con Eusebio de Gorbea, militar republicano y escritor. El matrimonio se exilió tras la Guerra Civil a Buenos Aires, donde su marido se suicidó en 1948. Tuvieron dos hijos, el más pequeño falleció en 1920.
No cantan los grillos ni hay otro ruido que alguna esquila lejana. De pronto, un fogonazo en la montaña.
—Es la guerra —dice Valeriana con voz sorda—. La guerra… Dios tenga misericordia de nosotros… ¿Quieres que recemos, Celia? Es mejor, así no te duermes y Dios nos acompaña.
Fortún empezó a escribir para la revista Blanco y Negro en 1928. Fue en junio de ese año cuando vieron la luz las historias de Celia Gálvez de Montalbán, cuyo análisis ácido cuestionaba el mundo de los adultos. Pronto, la editorial Aguilar se interesó por estas historias y las editó: Celia. Lo que dice, Celia en el colegio, Celia y sus amigos, Celia novelista o Celia madrecita.
Y hay un último cuento, Celia en la revolución, que permaneció inédito hasta 1987 (el borrador data 1943), y que está centrado en la vida del miedo y del hambre durante la Guerra Civil española. De esta historia dura y oscura vengo a hablaros hoy.
Me vais a permitir que para iniciar este pequeño artículo tome prestadas las palabras de Andrés Trapiello en el prólogo de la primera y única edición de esta obra:
Lo que sucedió con (este) libro fue misteriosísimo, un caso único. Apenas publicado, desapareció de las librerías y únicamente en el mercado de viejo ha ido apareciendo desde entonces, con cuentagotas, algún que otro ejemplar, siempre a precios fabulosos, de todo punto infrecuentes en un libro reciente, lo que habla de su carácter excepcional.
El silencio y el olvido al que se vio condenado una de las novelas que, tal vez, sea de las más importante en materia de la historia turbia de nuestro país, no deja de remover con dolor por dentro. Que la figura de Elena Fortún no haya sido un referente poderoso para nuestro movimiento literario y feminista es, sin más preámbulos, una crueldad motivada por el machismo que ha movido (y mueve) nuestra cultura y nuestras letras. Si tenéis ocasión de leer esta novela, pequeña y enorme a la vez, seguramente os preguntéis por qué no es de lectura obligatoria en los institutos y universidades.
De igual forma, las características del libro son peculiares. Se trata de un borrador, sin editar y sin concluir por Elena Fortún, y como lectora se aprecian esos trazos del texto que no ha sido revisado a conciencia ni desarrollado como a la propia autora le gustaría. No obstante, eso no lo convierte en un libro menos válido: su riqueza intimista e histórica es innegable, tan innegable que resulta dolorosa. Cuánto más si, ahondando en la vida de Fortún, sabemos del fuerte componente autobiográfico.
El terror me quita el habla. Estoy helada, temblando…, pero siento la piel húmeda, como si sudara.
En la historia, Celia sigue siendo una niña que se enfrenta a la crueldad de la revolución y el estallido de la Guerra Civil sin lograr entender realmente qué esta ocurriendo. He leído muchos libros y he visto muchas películas sobre esta dura temática (incluso me he atrevido a desarrollarla en mi novela Todas las horas mueren), pero en pocas ocasiones logré sentirme tan dentro del horror, el hambre, el frío y la desazón que supuso para los que tuvieron que sufrirlo en sus propias carnes: hombres, mujeres y niños por igual, devastado por lo llamado como Guerra totalitaria.
Esta guerra que ataca a las ciudades y a las gentes civiles que están en su casa sin meterse con nadie… Te digo que no creo que haya un infierno bastante horrible para castigar tamaño crímenes.
Lo que sorprende, una vez más, es la crítica social devastadora enmascarada en un lenguaje sencillo, puramente costumbrista, que evoca el pensamiento de una niña y la forma de expresarse hablada de las gentes reales de aquel entonces. Elena Fortún exhibe un don asombroso para relatar el error con una belleza amarga, casi irónica. Es capaz de transmitirnos el horror con una normalidad que abruma.
Sumergirse en la poderosa lectura de Celia en la revolución es un ejercicio de valentía. Doloroso. Difícil. Y sin embargo, es imprescindible. Por su valor histórica y literario, porque ha sido la pluma de una #MujerEnLaLiteratura a la que no se le ha dado su lugar y a la que se ha maltratado tan injustamente.
Valoración: Imprescindible
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