·Título: La era del espíritu baldío
·Autor: Damián Cordones
·Género: novela de ciencia ficción
·Fecha de publicación: 2017
·Edición: física, 1ª
·Editorial: El Transbordador
·Número de páginas: 392
Asomada a la ventana, con el poso de esa terrible perspectiva, me extrañó saber que los entes, los cuerpos, esos ordinarios organismos vivos se movieran con cierta naturalidad, de manera automática y dócil a un sino desconocido a pesar del declive.
Pocos datos puedo aportar acerca de Damián Cordones. En la solapa de la cuidadísima edición física que nos ha facilitado El Transbordador Ediciones (muchas gracias por contar con nosotros) aparece una muy breve biografía: nacido en Arjonilla, Jaén en 1980 es profesor de Filosofía y reside en Benalmádena. Navegando un poquito por la red me he topado con su página web www.damiancordones.com. Allí podéis encontrar a la venta su obra autopublicada Submania (2016).
La obra que pretendo reseñar hoy se me antoja complicada en muchos aspectos. Desde definirla hasta valorarla de manera objetiva y justa. De hecho, podría adivinar que es una de las lecturas más complicadas a las que me he enfrentado este año (junto con 2666 que, por el momento, sigue en el cajón).
Se nos presenta una obra que está estructurada en seis partes. Y esto lo he adivinado tras escarbar información por Internet, dado que me estaba sintiendo poderosamente frustrada al no ser capaz de seguir el hilo narrativo. Aquí, en este punto, me ha pasado algo difícil: por un lado avanzaba las páginas sin tener muy claro qué estaba ocurriendo. Por otro, no resultaba complicado que estas avanzaran y avanzaran. A pesar de que su lectura me resultaba tediosa, había noches que era capaz de zamparme más de cincuenta páginas sin apenas esfuerzo. ¿Una dualidad? No sé, sigo confundida.
«Ya no quedan grises sobre la tierra», dijo Castro.
«Más allá de Bandascu», contestó Ranzi.
A continuación os dejo un copia y pega de la sinopsis (sé que lo adecuado sería hacerla yo, como siempre en este espacio, pero temo no saber hacerla bien):
La era del espíritu baldío es un fascinante recorrido sobre los límites de la condición humana. Unos extraños movimientos tectónicos, una catástrofe y una larga guerra civil. Seis perspectivas sobre un universo que mueve a los individuos sobre la cornisa de la alteridad, mundos subterráneos, fenómenos espectrales y la metamorfosis del tiempo y el espacio. Conspiraciones, decadencia e infección, mensajes encriptados, alucinaciones, delirios cartográficos y la lucha por comprender y dominar una realidad que los supera y que conforma su existencia liminal. La disolución de la identidad, la paradoja entre el instinto por la supervivencia y la absoluta desesperanza, la estructura ambigua y oblicua del poder, la configuración de los Estados modernos y su esencia mercantil, la estructura de las nuevas fronteras y el uso futuro de la tecnología son algunos de los temas fundamentales que conforman este extraordinario mundo desarrollado bajo la estética del declive y el nacimiento de una era construida por nuevas e inaprensibles leyes.
Lo que queda claro desde el inicio es que estamos ante una distopía que refleja un mundo terrible que, una vez más, no nos resulta complicado de imaginar (el ser humano camina hacia su destrucción, siempre). Esto se adivina desde el inicio, aunque los momentos iniciales de la lectura se me han antojado caóticos. Otra puntilla para su complejidad es que saltamos de un personaje a otro, de una situación a otra completamente diferente sin previo aviso. Y sin previo aviso me refiero a que el lector es colocado ahí sin piedad y sin explicación. Desorientado y perdido, obligado a encontrarse.
Creí que al avanzar las páginas me sería más fácil centrarme, pero no ha sido así. Esta sensación de pasar las páginas absorbiendo tan solo unas pocas palabras me hizo sentirme una pésima lectora y, diré, hasta enfadada. Enfadada conmigo misma y enfadada con el autor. Sabía que estaba leyendo algo poderoso, algo cuidado, unas piezas de un puzzle mayor que encajaban. También era capaz de ver que el lenguaje era cuidado, manejado con soltura, que había madurez literaria de sobra. Sin embargo, seguía dispersa. Seguía incapaz.
El fractal hacía mella en torno a los huesos predominantes. La carne parecía en erupción, fermentando en las zonas más secas. Las manchas cerúleas dominaban por completo la piel.
Lo abandoné muchas veces, pero con terquedad quería volver a intentarlo. Al final lo hice, muy poquito a poco y con paciencia que es, al fin y al cabo, como hay que leer La era del espíritu baldío. Y llegado a este punto he de decir que es una novela atrevida, diferente, con mucha profundidad y trascendencia aunque no del todo accesible. Esto último lo digo sin ánimo crítico, sino como una advertencia honesta. Este año llevo a mis espaldas más de sesenta libros y, aun así, me ha costado digerir esta obra (aunque sea consciente de su valioso contenido) y, para mí, es algo a tener en cuenta a la hora de plasmar esta reseña.
No obstante voy a subrayar sus virtudes a la hora de dejar una valoración aceptable en esta entrada. Hay talento, hay trabajo y hay visión literaria. Damián Cordones ha puesto todo su empeño en esta novela casi, diría, experimental. Y existe una editorial valiente que ha apostado por ella. Esto siempre es una gran noticia.
Valoración: Aceptable
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La palabra verdad había sonado extraña incluso en el tono melancólico de Andone.
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